El baile flamenco es el fruto enriquecido de tres pueblos especialmente dotados para la música y la danza: andaluces, gitanos y negros. Pueblos que se encontrar bajo el mismo sol: Andalucía. Los andaluces pusieron la sal, la frescura, la gracia, la elegancia y la picardía; los gitanos – el temperamento y la garra interpretativa; los negros, con las danzas que desde el siglo XV empezaron a llegar del Caribe, la sensualidad de caderas y el descaro de quiebros. Todos aportaron lo mejor de sus habilidades de baile y contribuyeron decisivamente al nacimiento de esta nueva arte. Sin el encuentro fraternal entre andaluces y gitanos, hoy existirían bailes andaluces y bailes gitanos, pero ningún tendría la belleza ni la riqueza del flamenco.
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Describiendo el baile flamenco, muchos investigadores subrayan la importancia de otras culturas (de pueblos que en algún momento vivieron en la Península ibérica) y su influencia en esta arte maravillosa. Sobre todo, existe tendencia de hablar de la importancia de bailes orientales (árabes, judíos, indios). No obstante, no se trata de apropiaciones o citas de otras cultures. Más que nada, son inspiraciones o influencias.
El arte flamenca compuesta por el baile, el cante y el toque, nació en el sur de España, en Andalucía. Esta parte del folklore andaluz desde siempre ha inspirado el interés de investigadores.
En Andalucía las palabras ‘flamenco’ y ‘gitano’ a veces son como sinónimos. Existen varias crónicas donde encontrarás ejemplos de términos de raíces andaluces o gitanos usados para describir el flamenco. La popularidad de cultura gitana en España, que empezó en la segunda mitad del siglo XIX, tuvo un papel crucial en el desarrollo del baile y cante, y luego también para el surgimiento de las teorías sobre el nombre flamenco.